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Laicismo y Neutralidad

EL 20 DE MAYO DE 2019 PUBLICAMOS OTRA NOTA DE DOCTRINA FIRMADA POR NUESTRO SECRETARIO ACADÉMICO DR. PEDRO CAMINOS.
Laicismo y Neutralidad: Dos Concepciones para la Separación de la Iglesia y del Estado

Por Pedro Caminos, Secretario Academico de ILEC Argentina
En este pequeño trabajo, quisiera describir dos concepciones sobre el modo en que es posible implementar la separación entre la iglesia y el estado, y sugerir un argumento, sumamente provisional y tentativo, que justifique la opción por una de ellas.

Neutralidad
El modelo de la neutralidad presupone una distinción relativamente clara entre el ámbito de la moral y el de la ética. Mientras que la primera se refiere a las relaciones intersubjetivas, la segunda consiste en la definición de la propia identidad y la elección de un plan de vida. La ética configura el terreno específico de la privacidad, mientras que la moral tiene una proyección pública. El modelo de la neutralidad propone que esté prohibido para el estado regular cuestiones éticas, es decir, privadas o autorreferenciales, pero sí puede regular jurídicamente lo que se refiere a las relaciones intersubjetivas.

El modelo de la neutralidad apoya a la separación de la iglesia y del estado, entre otras cosas, porque entiende que la religiosidad contiene una dimensión espiritual, que es constitutiva de la identidad personal. De ese modo, aunque las religiones tienen, indudablemente, mandatos morales, su punto de partida es ético. Por lo tanto, la opción en materia religiosa es una típica decisión privada. Adicionalmente, el modelo de la neutralidad adhiere a la separación de la iglesia y del estado como un medio para asegurar la convivencia pacífica en sociedades plurales: en lugar de identificar las normas que regularán nuestras interacciones mediante los mandatos de una religión, de la cual podríamos no ser feligreses, contamos con instituciones separadas, neutrales, independientes, de las distintas iglesias, cuyo fin es el de establecer tales normas. Por lo tanto, en el modelo de la neutralidad, el estado tiene terminantemente prohibido promover cualquier tipo de religión y, de modo más general, no puede promover ninguna concepción ética en particular.

Laicismo
El modelo laico también adopta la distinción entre ética y moral. Sin embargo, su estrategia discursiva es distinta pues, en lugar de asumir una distinción entre ambos ámbitos, considera que hay una continuidad entre ellos. De ese modo, el laicismo entiende que la decisión de separar a la ética privada de la moral pública configura en sí misma una decisión privada, es decir, ética. El laicismo asume un proyecto ético para el cual la vida buena es una que está constituida por las decisiones y elecciones adoptadas libremente por el individuo, en base a su propia reflexión racional. En la medida en que un individuo decida que parte de su propio bienestar requiere de la vida en común, entonces tendrá que pensar también en las instituciones que regularán dicha convivencia. Si aspira a que los demás respeten su propia forma de vida, entonces aceptará que tales instituciones deberán regular únicamente las interacciones entre personas, y no el ámbito privado.

Desde esta perspectiva, la separación de la iglesia y del estado se funda en que, por un lado, la religión ocupa un lugar subordinado respecto de la propia elección por el laicismo como modo de vida. En efecto, para el modelo laico, uno primero es un agente moral preparado para decidir sobre sí mismo guiándose por la reflexión racional, y, luego, elige una religión. Por otro lado, el laicismo considera que los seres humanos son los forjadores de su propio destino, no sólo a nivel individual, sino también colectivo. Por lo tanto, las normas que regulan la vida en común también deben ser el resultado de decisiones humanas. Ello excluye la posibilidad de aceptar una autoridad no humana, es decir, divina, para la regulación de las cuestiones públicas.

Una Dificultad para el Modelo de la Neutralidad
La distinción entre ética y moral no es conceptual, tajante, definitiva, como asume el modelo de la neutralidad, sino que es gradual, ambos conceptos mantienen una continuidad. El modelo de la neutralidad se opone a una legislación que “invada” el ámbito de la privacidad. Pero, a continuación, debería dar razones con respecto a por qué se debe proteger la privacidad. Es decir, por qué es valioso distinguir entre la ética y la moral. Típicamente, el partidario de la neutralidad tratará de dar argumentos morales. Dirá que esa distinción asegura la tolerancia entre las personas, y una mejor convivencia. ¿Pero, por qué estas consecuencias son valiosas? Pronto se vuelve evidente que el defensor de la neutralidad dirá que la tolerancia y la mejor convivencia permiten que cada individuo pueda trazar su plan de vida y vivir de acuerdo con él. Llegado a este punto, sólo restará admitir que si hay valor en que cada individuo decida su plan de vida, ello es porque la vida buena es la que es el resultado de las propias elecciones. Por lo tanto, el modelo de la neutralidad conduce al laicismo, cuando se lo interroga por sus fundamentos.

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